5 lecciones de un torneo de gimnasia adulta
La superioridad estética y moral de hacer gimnasia siendo mayor de edad
Tengo amigas exgimnastas que comparten la misma “pesadilla” recurrente: estás en un gimnasio, en una te mirás y estás de malla y alguien te dice “dale que vas vos”. De golpe estás en un torneo y tenés que competir y no te sabés la serie, hace 15 años que no te movés y entrás en pánico intentando explicar que no tenés idea de lo que estás haciendo. Es nuestra versión de soñar que andás en calzones por la calle.
Ahora imaginate que te pasa esto pero no hay una serie muy estricta, sí te estás moviendo regularmente y no hay ni una sola persona estresada. Eso es un torneo de gimnasia artística Master.
Ayer fue el primero (que sepamos) en la historia de Uruguay y compitieron unas 30 personas entre 18 y 50 años aproximadamente. Varias eran exgimnastas de elite, la mayoría de niveles de clubes y un puñado de gente que empezó gimnasia de cero o nunca compitió. El formato fue particular: todas las edades compitieron en la misma categoría y nivel, las dos ramas compitieron juntas y cada persona podía elegir los tres aparatos que quisiera, independientemente de si eran de su rama o no. Así es: arbitré por primera vez a un varón en viga.
Estas son 5 apreciaciones personales mezcladas con lecciones generales de hacer gimnasia pasada la adolescencia.
#1 Te ayuda a apreciar mejor las habilidades
Cuando sos niño o niña, la agilidad parece parte de tu vida diaria, pero pararse arriba de la viga y caminar sin tambalear es mucho más difícil de lo que recordaba. Lo que parece una serie de nivel inicial (y ciertamente lo es comparado con Rebeca Andrade) se vuelve el mayor desafío que lleva meses de trabajo.
La mejor parte es que no sólo festejás un caballito como un gol de media cancha, sino que el disfrute a nivel físico y psíquico es infinitamente mayor. Apreciás tu cuerpo por lo que puede hacer, por lo que todavía es capaz de aprender, y no por reglas estéticas. Nunca busqué el argumento científico específico, pero por experiencia propia y ajena estoy convencida de que la consciencia corporal y hasta la espacial son infinitamente superiores cuando tu cerebro está 100% desarrollado (o cerca de). ¿Sabían que eso sucede recién a los 25-27 años?
#2 La gimnasia es mucho más inclusiva de lo que parece
En Uruguay ya hay experiencias de gimnasia más inclusiva con Special Olympics, donde hasta ganaron varias medallas internacionales, o con Gimnasia Para Todos, la disciplina que desde hace unos años tiene representación formal en la FUG y se organizan eventos para promover la participación colectiva. Este torneo masters y la práctica de la gimnasia adulta en general revindican que todas las edades y cuerpos son bienvenidos.
En gimnasia infantil hay un mito de que no se puede practicar la disciplina con sobrepeso y lleva a que se discrimine a niños y niñas en muchas actividades, a veces porque no los entrenan a la par del resto y a veces porque no los dejan ni entrar. Más allá de argumentos médicos sobre el sobrepeso o la composición corporal (que no tengo) y su veracidad o aplicabilidad, hay mucha gordofobia asociada a esa discriminación. Rara vez te hacen o te piden exámenes para hacer una actividad. En mi caso, hice gimnasia 15 horas por semana con anemia ferropénica gran parte de mi infancia, tomaba hierro antes de entrenar. Absolutamente nadie me frenó, por lo que el argumento de la salud en mi historia personal es un poco débil.
#3 La gente se entrena sola
Es la magia del ser adulto, pero también quizás la ausencia de la sobreprotección. Cuando voy a torneos iniciales, veo mucho ese ritual de hablarle a la niña 3 minutos antes de subirse al aparato. No juzgo, pues cada uno hace lo que quiere y tiene sus razones, pero muy a menudo tengo la sensación de que la intención de convertir la experiencia de competencia en un aprendizaje y una lección de vida que perdurará por siempre se pone en el medio entre la niña y la verdad: es sólo una rueda de carro. Y es re divertido.
Por supuesto que cuando se trata de niños y niñas, la estructura es necesaria para garantizar la seguridad física y una mínima contención espacial de seres diminutos que no conocen el peligro y están rodeados de otros 299 seres iguales a ellos/as. De todas formas, es innegable que cuando no hay entrenadores, paneles de jueces, dirigentes ni ma/padres y la experiencia se vuelve por defecto 100% centrada en quienes compiten, es mágico. Habrá que encontrar un punto medio.
#4 Hay mucha regla que sobra
La ropa y el maquillaje fue libre. ¿Te querías poner una malla? Podías. ¿Querías ponerte una remera y una pescadora que combinaran con la de tus compañeros/as? También. Es verdad que nadie clavó una malla cavada. Quizás sea por algo negativo relacionado a la autoimagen y el qué dirán, pero 99% segura que tiene que ver con la practicidad de no mostrar por accidente partes de tu cuerpo que no te interesa mostrar. Quién lo diría.
El arbitraje fue lo que denomino “basado en vibras”: la ejecución tenía descuentos de una a tres décimas con 5 décimas para la caída, las ayudas no se descontaban y la dificultad incluía solo tres o cuatro requisitos, sin tener en cuenta el valor de los elementos ni la cantidad. Sólo le agregaría 5 décimas de descuentos generales por presentación artística o uso del aparato y estaría pronto.
#5 La “disciplina” está sobrevalorada
Para las personas que están convencidas que lo mejor que le puede dar un deporte a su hijo o hija es la disciplina y la constancia, me gustaría preguntarles lo siguiente: ¿por qué estamos todos tan obsesionados con que lo aprendan a los 8 años? La gran mayoría tienen 40 años de oficina por delante para hacer las mismas tareas a diario y entrar y salir a la misma hora. La única ventaja que le veo es que de grandes no van a poner en riesgo su estructura ósea para ganarse un pedazo de plástico en una maratón, pues ya conocen el pico de adrenalina y la terrible bajada desde chiquitos y no necesitan recrearlo.
Cosas como demorar la gratificación son sin dudas importantes y más en el siglo en el que estamos. También creo que un grado de estructura, constancia y disciplina son buenos para las y los niños. Desde mi lugar y en este momento, considero que cuando esa es la única razón, se vuelve una mirada muy estructurada, adulta y hasta contraproducente de lo que puede dejarle un deporte a una persona en sus primeros años de vida. Ni que hablar que la disciplina requiere de motivación y decisión, porque cumplir órdenes es más bien ser obediente. Me gustaría ver exgimnastas con una mejor relación con la perfección, con el manejo del dolor (nuestra tolerancia es enorme) y con la autoexigencia y que las futuras generaciones tengan una línea de base un poco más gentil y menos traumática.
¿Es posible una gimnasia más amable que igual logre resultados técnicos y deportivos? Porque no se confundan: amo un stalder con giro bien hecho que debe llevar unos buenos 10 años de aprendizaje y perfeccionamiento. Yo creo que se puede, pero al día de hoy dudo que haya al menos un caso que nos sirva de evidencia. Sí hay muchas gimnastas compartiendo las bondades de sobrevivir a los años más duros para tener más agencia sobre sus entrenamientos, pero siempre con una base un poquito pasada de rosca con respecto a lo que me imagino como ideal.
Llámenme de persona con mucho análisis arriba, pero considero que el mayor obstáculo para probar algo diferente es el miedo a verse en el espejo. Creer que hay otra gimnasia posible es reconocer que no siempre hicimos las cosas bien (soy la primera en la fila), que otros a cargo nuestro tampoco hicieron todo bien y que podríamos haber disfrutado mucho más de nuestra época como gimnastas. En algunos casos es sólo una introspección que rápidamente nos puede llevar a mejorar, pero en otros abre heridas muy profundas y lleva a lugares oscuros que se pueden atravesar sólo si la persona está dispuesta.
Hacer convivir en la misma disciplina a la dedicación y el rendimiento con un acercamiento más abierto al concepto de gimnasia artística, poniendo en el centro la experiencia de la persona que la practica y la sostenibilidad en todos los sentidos, es un desafío y no es para cualquiera. Buenas noticias: no somos cualquiera. Corremos a toda velocidad contra lo que se podría describir como un poste. Y encima lo queremos saltar por arriba. ¿Hay mejor gente? Lo dudo.